miércoles, 14 de septiembre de 2011

'A veces creo que mi problema es pasar demasiado tiempo conmigo mismo...' Luciano Pites.


Mientras más llena me siento, más vacía estoy. Solamente una cáscara, un concepto zombie diría Bauman, un relleno tan ficticio como efímero, virtual, carente de materialidad alguna.Cuestiones análogas al espacio que podría llegar a ocupar el aire no dejan lugar a lo pertinente.
Límites difusos se me escapan en el tiempo haciéndome creer que llegando al punto de fuga finalmente los voy a alcanzar, pero el camino es infinito. Teniendo la sensación de haber recorrido casi la mitad del inagotable tramo, planteo varias posibilidades: nivelar para abajo, deja asuntos bajo el espeso polvo generado por mi presente, quién se encarga de hacerme desencajar de cualquiera sea mi posición en ese pretérito y para con el. Nivelar para arriba, en cambio, da cuenta de que aún me falta una eternidad para si quiera respirar esos aires y de que quedan varios pendientes por tachar. Sin embargo, y situándome en el estado más ambiguo de toda mi existencia, me pregunto si realmente alcanzar ese éxtasis será análogo a conocer nirvana, o si me arrastrará a otro estrato de desdichas e incertidumbres.
De cualquier forma, plantearme este tipo de cosas me llevan a reflexionar no solo de mi relación con el tiempo si no también sobre eso que vulgarmente se dice 'la ignorancia es bendición'. En primera instancia me surge la evidente duda de cual será el nivel de ignorancia que llevo conmigo, y en relación a qué o quién debería medirse. A mis cortos 20 años, es un poco obvio afirmar que con 365 días basta para que se desate la revolución para conmigo misma, pero me gustaría saber y experimentar que niveles de, por decirlo de alguna manera, 'realización personal' puedo llegar a mantener, y de que formas puedo llegar a ellos. Decir si hace 5 años era más o menos infeliz por conocer o no sobre sociología, filosofía o historia de las artes lo encuentro un poco elitista y hasta necio, pero no me deja de resonar la pregunta en correspondencia con la cantidad de conocimiento adquirido que uno va digiriendo hasta asimilarlo, dicho de otro modo, ¿defendería los ideales que hoy defiendo sin haber leído sobre nada de estas cosas?, quizás si, pero no con argumentos pertinentes y es justo ahí donde creo se plantea el punto de inflexión.

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