martes, 28 de agosto de 2012

Parece que hoy nos inspira el insomnio.
Mis últimos respiros de adolescente, se ven teñidos de una bisagra bastante marcada, y por eso son los últimos.
Son residuos dolorosos, por que los entiendo y comprendo sus fronteras. Pero por sobre todo, por que coquetean de forma muy peligrosa con una realidad mucho más real (y tautológica) que hace un lustro y monedas.
Lo que alivia ya no emparcha, volviéndose imposible esa búsqueda utópica que había iniciado llena de incertidumbre...y que bueno que así sea.
Ya no es el alma, si no que el cuerpo mismo depura lo dañino y pone los más tajantes límites, aunque, aún rebelde, haga caso omiso de ellos, cuales sean las consecuencias que desencadenen.
Lo sentimientos más brutos ahora tienen matices difíciles de descifrar, mientras que estos se hacen uno con la mente y el cuerpo.
El dolor caprichoso murió.
El dolor hormonal murió.
El dolor rebelde murió.
El dolor por el dolor, murió.
Malvenida sea la adultez.


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