miércoles, 9 de mayo de 2012
Hay días que me encantaría poder organizar lo que pienso en un cuadro sinóptico gigante. Cualquiera podría inferir que sufro de algún tipo de trastorno obsesivo compulsivo, y no lo culpo, más bien lo alabo. Pero la realidad es que por más que de alguna forma ''busque'' constantemente esta organización, no llega jamás al punto deseado.
Me gustaría ser, en general, una persona más organizada, más dedicada y más perseverante ... mas no sería yo. Entonces, ¿Qué necesito?.
Por alguna razón bastante obvia, el año pasado no hice un balance de fin de año, como acostumbro religiosamente desde los 16 años, ¿y saben qué? me dejó cabos sueltos.
Cuestiones que me molestaron, me hirieron, me transformaron, se fueron efímeras con el pasado año y mi decisión de no plasmarlo en texto.
En consecuencia, ideas inconclusas, resoluciones imposibles y quién sabe que cantidad más de etc's revolotean y me talaran mi inquieta psiquis día tras día.
No tengo idea de como se resuelve, lo único que entiendo es que el tormento diario me está pesando, y cada vez más.
Si bien año tras año me libero de ciertas cargas, las constantes aumentan su peso exponencialmente, y es un poco lo que me está matando.Conscientemente entiendo que vivir bajo mis niveles utópicos de autoexigencia lo único que logra es desvalorar el enorme esfuerzo que se que hago, pero no puedo evitar deja de autoboicotearme y compararme con gente que, si bien comprendo está en una situación diferente a la mía, logró algo que aspiro a lograr.
Esas cargas son temporales y contextuales, como no. A mis 15 años mis padres y la falta de atención por parte del sexo masculino eran mis principales tormentos, a los 16 se incorporó una cuestión más moral que a los 17 dejé ir quién sabe por que. A los 18 viví en cualquiera, aunque realmente no me culpo por eso, no suelo arrepentirme de nada. Sucede que, si pasó lo que sea haya pasado, alguna buena o mala razón existe para eso, y es justificación suficiente. No era una tarada, era lo que tenía que ser y fui lo que necesité ser para ser lo que soy hoy y saber que necesito crecer para lo que voy a ser mañana.
Entonces a los 19 tomé conciencia de esto, dejé de atormentarme por el ''pasado'' y por primera vez en mi corta vida tomé la decisión que quería tomar, no en su totalidad, pero me acerqué bastante. En cuanto al trayecto hasta mis prontos 21, el camino se vio lleno de encontronazos emocionales, para conmigo misma, que por desgracia terceros tuvieron que padecer. Hoy en día me siento mucho más estable, menos adolescente, aunque aún refugiada en ciertas cuestiones de mi zona de confort, de la cual me cuesta horrores correrme.
Mi filosofía mutó, problemas ajenos pasaron a ser únicamente mios, aunque necesite demostrarle a los demás lo capás que soy, lo falsamente capás quiero decir. Siendo sincera, nunca voy a ser la ''chica 10'' o la intelectual que me encantaría alcanzar, amo adquirir conocimiento, si, pero me cuesta horrores sentarme a leer, lo cual es la mitad de la cuestión, si no más.
Y a nadie engaño, mis notas y mi real capacidad mental me delatan, como si mi background académico ya no hablase por si solo.
No me interesa hacer más amigos, en el sentido de que pasé de ser la chica más dispuesta a socializar, a alguien que prejuzga por deporte. No tiene que ver para nada con cuestiones como lo que está tan de moda decir 'no confío más en nadie', solo surgió, y me gusta. Es una especie de selección natural, intuitiva, genial. Más aún, entendí que podía seguir viéndome con cierta gente a la que aprecio, sin la necesidad de tener que contar con ellos para cual sea la situación que no involucre ocio, lo cual, fue un respiro gigante. Mientras que, por el otro lado, opté por hacer a un lado a gente que me enfermaba día a día.
Cada vez hago más y más cosas por que quiero, por que lo siento, por que lo necesito, y de igual forma, dejo de hacer cosas por el mismo motivo. La mayoría tienen que ver con algún aspecto académico, y la delicia de obligarse con gusto. Estoy llena de herramientas que me permiten desarrollar una ideología bastante sólida, aunque flexible, y hablo de ideología en términos más amplios que solo lo abarcativo del plano político.
Físicamente me atraigo. Algunos días más que otros, algunos días directamente me detesto, pero la opinión sobre como me veo, especialmente, después de re organizar el ropero, subió varios puntos.
Anhelo la mejoría, busco la perfección que siempre va a quedar inconclusa, me sigo autoexigiendo llegar a ese nivel imposible en todos y cada uno de los aspectos que me interesan, o sea, absolutamente todo, absolutamente lo inabarcable.
De todas formas, la inagotable energía negativa de la que hablaba antes, se fue drenando, me atrevo a decir, casi por completo. Pero lo máximo que logré sentir con respecto a eso, es una hoja en blanco. Estoy limpia, sí, pero aún no empecé a llenarme de buenas vibras.
Ya no me avergüenzo más de lo que fui y me entusiasma mucho lo que soy, contrario a lo que sugieren mis sentimientos de boicot y ese taladro tamaño industrial que tengo en el cerebro. Pero lo que más anhelo, es lograr ser lo que quiero ser, por que, como bien dijo Galeano ' Entonces: ¿Para qué sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar'.
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