De alguna forma que excede mi sentido común y razón, le devolviste las mariposas a mi cínico estómago. No solo eso, si no que además, encontraste la forma de que no me importe lo que pase mañana o dentro de un año, mientras hoy me sienta bien.
Para colmo, lograste que me vuelva una sonrisa al escuchar las canciones más estúpidamente cursis del mundo, lo cual, junto a todo lo demás, daba por perdido en algún cajón ajeno.
Hiciste luz.
Me tiraste la soga que necesitaba para salir del pozo en el que caí hace unos años, de a poco, se va evacuando y reciclando toda esa energía negativa que invadía mi ser (ni esforzándome podría usar metáforas más horribles, ¿eh?).
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